Es sorprendente la necesidad que sentimos hoy en día de estar conectados a
la red. No concebimos nuestro día a día
sin usar internet, recibir y enviar whatsapp o actualizar nuestro perfil en facebook,
pero de aquí al 5 de agosto Aarón y yo
nos tendremos que acostumbrar a no hacerlo, por lo menos a no hacerlo en casa.
La semana pasada contratamos una tarifa de internet con un aparatito que
hacía las veces de router, para tenero en casa y conectarnos a la red desde
allí. Hasta ahí todo bien, o eso creíamos hasta el martes pasado cuando al
llegar a casa no pudimos conectar el wifi de nuestros teléfonos ni el de
nuestros ordenadores portátiles. Presos del pánico intentamos hacer cuanto
pudimos con el aparato comprado el viernes anterior. Y claro, es que no caímos
que sólo daban cinco megas de velocidad. Y claro está, con cuatro disositivos
gastando día y noche se gastó enseguida. Nosotros, que estamos acostumbrados a tener
internet ilimitado en nuestras casas no reparamos en ese pequeño pero
importante detalle.
Ayer decidimos acudir a la tienda donde adquirimos el aparato de internet. Le
explicamos la situación al dependiente, pero al gastar todos los megas de que
disponíamos no pudo hacer nada más, tendríamos que esperar hasta el siguiente
mes para que llegase otra vez internet a casa. Como no estamos dispuestos a
contratar otra tarifa, ni a pagar más a la misma compañía para que nos diesen
un plus, puesto que se gastaría enseguida; hemos decidido conformarnos con el
internet de la empresa, al fin y al cabo hemos venido a Roma para disfrutar de
la ciudad, no para estar todo el día pegados al teléfono ni a ordenador.
Parece que sin conexión nuestras palabras se pierden y nos parece perder algo de todo lo que está pasando... nos acerca a tantas personas pero a veces nos puede alejar de lo que tenemos entre manos. Buenos paseos de fin de semana con Roma en vuestras manos, ante vuestros ojos...y, dura, bajo los pies!!!
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