Queridos
lectores
Queríamos en
esta nueva entrada contaros nuestra primera excursión por la ciudad, pero...
¿qué decir ya de lo que ya se ha dicho todo? Tantos siglos han dado para mucho,
y que Roma sea una cumbre del arte ha ayudado a que su patrimonio sea uno de los
mejor conocidos del mundo entero. Es por ello que no pretendemos contar
detalladamente los pormenores de cada monumento visitado, para eso están los
libros especializados y los guías turísticos. Queremos hacer algo nuevo y
diferente, pero irremediablemente tenemos que recurrir a lo convencional porque
es lo único que vale para un primer acercamiento.
Tras dejar el
hotel, coger un plano de la ciudad y dirigirnos al que sería el día próximo
nuestro puesto de trabajo, con un sol de justicia, calles empedradas y
sandalias atadas, dimos con curiosos lugares, unos estudiados, otros no, pero
que nos sorprendieron por igual. Así, divisamos una Santa Bibiana inmersa en un
ambiente que nunca habríamos imaginado. Como sabréis, la zona de la estación de
tren no es la más deseable para habitar, sin embargo, la antigua basílica de
Santa Bibiana se erguía orgullosa de haber sido tocada por el genio del Barroco
romano, Bernini, y por seguir en pie, aunque fuese encerrada entre la carretera
y los muros de la estación de Termini.
Poco antes también
divisamos lo que parecían las ruinas de un templo romano. Poco después supimos
que se trataba del ninfeo de Minerva Medica, un antiguo recinto perteneciente a
una villa romana y que sirvió de inspiración para hacer volar la mente de los
románticos. En ruinas y con complicados andamiajes, parecía que su conservación
estaba remotamente controlada. Eso o que los operarios estaban almorzando, todo
puede ser.
Tras estos dos
descubrimientos, bajamos por la zona del Esquilino hasta nuestro segundo hogar en esta ciudad, en la Via del Boschetto. Evidentemente, al ser domingo estaba cerrado, y
omitiendo una pequeña anécdota que contaremos más detenidamente en otra
entrada, vimos un quiosco donde conseguimos una revista de alquileres y pisos
en venta. Nos pusimos a buscar, porque por ese entonces todavía estábamos
alojados en el hotel y no teníamos nada seguro para nuestra estancia. Y la
verdad es que encontramos bastantes lugares que aspiraban a ser nuestra
residencia por tres meses. Desafortunadamente, a la mañana siguiente, y tras
llamar a todos los seleccionados, comprendimos que los alquileres italianos, al
menos los romanos, tienen por lo general un período mínimo de estancia, y éste
oscila entre los 12 y 18 meses.
Tras echarle
un vistazo a los alquileres y después de comer por Via Nazionale, la gravedad
(graciosa compañera en Roma) nos llevó hasta los Fori Imperiali. Lo primero en
divisar fue la inhiesta Columna Trajana, pródiga en relieves conmemorativos y coronada por San Pedro, sabia cristianización que permitió conservar monumentos
del pasado tan importantes como éste. La verdad es que ése fue, más que el
Monumento a Vittorio Emanuele II, el que nos tuvo más tiempo mirando,
examinando hasta donde la vista nos era posible. Tras varias fotografías y un
amplio recorrido por las inmediaciones del Mercado de Trajano, el Coliseo fue
nuestra siguiente parada. Decidimos no entrar, ya que todavía nos quedaban
muchas cosas por ver en ese día, y hacer cola nos llevaría cuanto menos algunos
cuartos de hora. Y la verdad es que esa gran mole de sillares y argamasa, esa
superposición de columnas y arcadas, como suele estudiarse, encerraba más
atracción de la que en un principio nos imaginábamos. Creo que ya lo hemos
dicho, pero aquí las cosas son muy grandes, de dimensiones colosales (nunca
mejor dicho) y uno se sorprende de que una construcción tan antigua todavía
siga en pie, siga prestándose a la admiración de tantos y siga albergando
espectadores, aunque no sea afortunada o desafortunadamente, de la forma en que
en un principio fue concebida.
A modo de breve inciso, podemos decir que En Roma ofrece unas visitas guiadas por la Roma Antigua, que podrían parecerse a lo que hicimos nosotros. Dispone de una oferta mucho másamplia que seguro os encantará descubrir por vosotros mismos.
Podríamos
relataros más rincones que descubrimos ese día, monumentos, iglesias,
plazoletas, la cabeza de Medusa de nuestro primer post, pero creo que ya va
siendo hora de dejaros marchar.No queremos sonar pesados y creemos que por hoy
es más que suficiente. Ese primer día dio para mucho y siempre quedará en
nuestra retina.
Un buen paseo. Al lado de la estación no dejes de curiosear los restos de la muralla republicana. Besazos y seguiré pegada a vuestros talones...
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