lunes, 22 de julio de 2013

Descubriendo nuestra Roma

Fin de semana intenso. Los sábados y domingos son días para recorrer la ciudad,para encontrar sitios escondidos y para perderseen sus callejuelas. Y tenemosque decir que este fin de semana no ha sido la excepción.

Sintiéndonos como en casa, es decir, con un calor de mil demonios ya desde primeras horas de la mañana, decidimos emprender la marcha hasta nuestro destino, incierto a esas horas de la mañana, dejamos que los hados nos guiasen. La primera parada fue una plazoleta al lado de San Clemente al Laterano. Totalmente alfombrada de flores amarillas que caían de los árboles, y con la sombra que arrojaban, se presentaba como un lugar idílico para hacer un pequeño descanso tras visitar la basílica y ver los frescos de Masolino. Recorriendo la Via dei Fori Imperiali nos dimos cuenta de lo necesario que es ya comprarse un sombrero. A estas alturas del mes y con el sol que cae, y sobre todo, saliendo por la ciudad cuando más calor hace, todavía no hemos comprado ninguno de los dos un sombrero, la vagancia nos puede, queda comprobado.

Nuestro siguiente destino el sábado, antes de comer, habíamos previsto que fuese Campo di Fiori, pero poco antes nos tropezamos con un museo que ofrecía, además de fresquito y sombra, un intersante recorrido por lo que quedaba de un teatro de época imperial. Descendiendo por la Crypta Balbi y retrocediendo unos cuantos años, pudimos observar lo que quedaba de su famosa exedra y en la parte musealizada, piezas aparentemente sin valor, pero que para los amantes del arte o de la historia poseen un valor añadido.

Tras comer un bocata a la sombra del Palazzo Farnese – aunque sin los trinos de Floria – entramos al vecimo Palazzo Spada, donde se encuentra la famosa perspectiva del Borromini. Pero lo más curioso que encontramos, aparte de sus salas llenas de cuadros, fue un gato al que apodamos Garfield, tanto por su pelaje anaranjado como por su embergadura. Demasiado acostumbrado a la gente y sobrealimentado por esta razón, el felino se mostró como el auténtico señor del palazzo, tenía la hechura de los grandes nobles y la serenidad al andar propia de los aristócratas, seguroque en otro tiempo fue alguien importante.

Tras despedirnos de nuestro ilustre anfitrión, y recomendados por nuestro jefe, fuimos a la zona de Piazza Navona, que queda cerca, y para relajar la mente y el bolsillo viene muy bien. Estuvimos buscando librerías, y nuestra búsqueda dió frutos, ya que encontramos una que tenía muy buena pinta, una de estas librerías con sabor añejo, con libros ya descatalogados, antigüedades y cosas que sólo u pueden encontrarse en este tipo de tiendas. Y así, callejeando, visitando Santa Mara della Pace o Santa Maria dell’Anima, entramos al Museo Altemps, lugar donde se alberga la colección Ludovisi. Ver de frente al Ares Ludovisi o al Gálata suicida es una experiencia que no os podéis perder de ninguna de las maneras. Obras excepcionales, tratadas con suma dignidad y propias de la másalta grandeza.


Y como no queremos aburriros con nuestras andanzas, sólo diremos que el domingo fuimos por el Trastevere, en plan bohemios, perdiéndonos por las que ya son nuestras callejuelas, y cómo no, llovió, pero esta vez ya nos pilló en casa. 


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