Queridos lectores, en este primer post queremos relataros nuestro
periplo desde el aeropuerto de Valencia hasta Fiumicino. Llegamos al
aeropuerto de Valencia al mediodía, con la idea de comer algo por allí y
embarcar, pues nuestro vuelo estaba previsto que hiciese su salida a las 18:40.
hasta ahí todo bien, todo lo bien que se puede esperar de los aeropuertos, pues
cuando entramos en la zona de embarque descubrimos que nuestro vuelo salía con
un retraso de aproximadamente dos horas.
El avión aterrizó sobre las 10 de la noche, por lo tanto, ir desde
el aeropuerto hasta nuestro hotel en autobus o en tren como teníamos pensado
hacer en un principio nos resultó un poco peligroso, máxime si te cuentan desde
un principio que la terminal de trenes (Termini) no es muy recomendable para
esas horas. Así que decidimos coger un taxi, sabíamos que nos iba a costar
mucho más caro, pero la seguridad era mucho mayor. También nos advirtieron que
los taxis son un poco especiales. Una señora que esperaba en Valencia con nosotros
nos dijo que tuviésemos cuidado, que la tarifa nocturna no podía sobrepasar los
55 €, pero cuando salíamos por la puerta nos abordó un taxista. Cuál fue
nuestra sorpresa al ver que se paraba ante nosotros un mercedes, sin apariencia
de taxi (obviamente era ilegal), y nos dijo que nos cobraría un total de x €
(más de lo que supimos que estaba estipulado para las tarifas nocturnas.
Evidentemente no vamos a decirlo, pero nos timaron). Aceptamos porque nos
dejaría en la puerta del hotel y porque no veíamos a más taxistas por esa zona.
Tenemos que reconocerlo, ir a trabajar para una empresa que ofrece
traslados desde el aeropuerto hasta el alojamiento, servicio de transfer, y no
contactar con la misma para ir sobre seguro es un poco estúpido, ya se sabe, en
casa de herrero cuchillo de palo. Nos timaron, pero suponemos que es el precio
que se paga cuando vas a la aventura a una nueva ciudad que no conoces, en otro
idioma y casi a media noche. Nuestro consejo es que reserves tu transporte del
aeropuerto a tu hotel o cualquier otra opción con una compañía especializada.
EnRoma Transfers ofrece este servicio a precios muy económicos que varían según el
número de pasajeros.
La primera cosa que debéis saber si cogéis un taxi y os lleva por
la autopista es que sentiréis que vais a morir. El tráfico es caótico: los
romanos van por el centro de los dos carriles, no ponen intermitente, y corren
mucho, muchísimo. Pero en la ciudad no son mucho mejor: los pasos de cebra casi
no existen para los conductores, al menos eso es lo que parece, pero ellos te
respetan cuando vas a cruzar. La mayoría paran, o aminoran la marcha cuando
pasas, pero no se detienen, si corres es peor, porque entonces si puedes tener
serios problemas, lo mejor es ir a un ritmo constante y que ellos te esquiven.
Suena un poco a “jungla de asfalto”, y quizá no debamos generalizar, pero la
primera impresión que te llevas de los conductores es esa.
Llegamos al hotel exhaustos, y comprobando que efectivamente,
Termini no es una buena zona para andar de noche. Y otra cosa que no sabíamos
es que Roma pide un impuesto especial (generalmente 5 €) para alojarse en los
hoteles.
Así concluyeron nuestras primeras horas en Roma, con una ducha y
metiéndonos en la cama para descansar del largo día que habíamos tenido y para
el largo día que nos esperaba a la mañana siguiente.
5 euros de tasa de soggiorno!!!! santa madonna....las luces del semáforo son para ellos luces de navidad permanentes...
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