Libros,
ropa, antigüedades, zapatos, collares... ¿y eso de allí? Ah, nada, es la
Fontana di Trevi. Sonará frívolo, pero así fue, en parte, nuestro fin de semana
en Roma. Como el sábado empezaban las rebajas, y nos hacía falta comprar
sábanas para las camas, decidimos darnos un garbeo por las zonas comerciales de
la ciudad. Para nuestra sorpresa, la de ambos, ninguno encontró esa mina de oro
que nos hiciese fundir la tarjeta de crédito. Al contrario de lo que suele
ocurrir por las ciudades por las que nos movemos habitualmente, sólo hemos
gastado en libros, un paraguas y una camiseta. Y es que esto de tener que pagar
un alquiler todos los meses, tener que racionar también la beca para la comida
y los gastos imprescindibles, hacen que uno se contenga.
Entre
tienda y tienda vimos cosas, hecho inevitable en Roma. Volvimos a pasar por la
Fontana di Trevi y por la Via del Quirinal, pero ya nuestras mentes estaban
puestas en otro objetivo: las rebajas. Tampoco es que seamos los dos unos
adictos a las compras, pero un capricho de vez en cuando y con una tarjeta de
crédito nunca vienen mal.
Hay
que decir en favor de nuestro tremendo ahorro que las cosas por aquí están
caras, eso o que los tenderos cambian los precios una vez que nos acercamos –
nuestra fama se ve que nos precede – para así poder sacarnos más rendimientos.
Nuestras madres estarían orgullosas.
También hay que decir que ese día no lo dedicamos exclusivamente a las
compras, también teníamos intención de ir por Piazzza Spagna y subir hasta la
Piazza del Popolo, pero ya como empezó a diluviar mucha cosa no podríamos hacer
además de esperar a que amainase la tormenta y coger el metro hasta Re di Roma.
Otra cosa muy importante que debéis tener en cuenta si vais por el metro: a
veces las máquinas de los tickets van cuando quieren. Así que si pagáis dos y
os sale solamente uno, esperaos a que el próximo pasajero saque su billete de
metro, que saldrán en vez de uno dos.
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