Fin de semana viajando y semana entera disfrutando
El fin de semana pasado, cuando nos dijeron que íbamos a estar sentados cinco
horas en un vagón de tren hasta llegar a Ferrara, nos habríamos muerto de
desesperación de no ser porque estábamos en buena compañía. Disfrutando de los
paisajes que pasaban ante nuestros ojos cuando no estábamos en algún túnel y
echando una partida al trivial, por fi llegamos a nuestro destino, donde íbamos
a pasar lo que quedaba del fin de semana antes de volver a Roma.
Pero de nuestro viaje por el norte ya os hablarems mañana. Esta semana,
como venían los padres de Melania a Roma, lo dedicamos a ejercer de guías por
la ciudad. Con la ventaja del que está en un lugar ya un tiempo, pudimos
disfrutar de la ciudad a un tiempo pausado y disfrutando de lo que ofrece. Yendo
a sitios donde ya habíamos estado y algunos que eran nuevos para nosotros,
pasamos una semana que nos gustaría repetir. Volvimos a ir al Vaticano, esta
vez parándonos a ver detenidamente los museos y la basílica, con la misma gente
que la vez anterior, con menos calor y disfrutando más.
Pero sin duda, yo me quedo con un momento de esta semana que ha sido
inolvidable: el día 15 entramos por la mañana a Sana Maria degli Angeli e dei
Martiri. Ya de por sí, esa iglesia es impresionante, pero estar sentado mirando
hacia la nave lateral y que de pronto comience un concierto de órgano es una
experiencia única. Los tubos interminables que exhalaban sonidos de arcángeles,
la luz que entraba por los vanos termales, la atmósfera que se conseguía con el
incienso...; lo dicho, una experiencia propicia para llegar al éxtasis.
Santa Maria degli Angeli e dei Martiri, Roma.
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