Hola a todos
desde Roma. Mi sueño continúa y me gustaría contaros una pequeña anécdota que
me ha sucedido este fin de semana.
Este sábado pasado
tenía pensado ir al centro y visitar algunos lugares concretos, entre ellos
Piazza Navona, de la que os hablaré en una próxima entrada. Pues bien, resulta
que una de mis mayores sorpresas fue un simple llavero. Os pongo en situación.
Mi gusto por
Italia viene de años atrás. Un muy buen amigo mío utiliza un llavero que es una
pequeña vespa azul con la bandera italiana, es un regalo que le había traído
una tía suya de un viaje a Italia. La primera vez que lo vi me encantó el
llavero y su historia, y él siempre bromeaba con que tenía un pedacito de
Italia y yo no. Desde entonces ese llavero se volvió recurrente en nuestras
conversaciones hasta convertirse en un clásico y en un objeto muy preciado.
Pues bien,
resulta que el sábado de camino a Piazza Navona me encontré en un puesto este
llavero, llevándome una sorpresa más que agradable. Además, me hizo valorar lo
que estoy vivieno ahora. Cualquier souvenir como este llavero ahora se torna
insignificante, ahora no observo ese pedacito de Italia en forma de llavero,
sino que vivo y disfruto cada día en Italia, en Roma, mi ciudad favorita desde
que recuerdo. Eso es mucho más bonito que todo lo que pensaba observando aquel
llavero.
Roma ha hecho de tan
pequeño utensilio un atractivo más, cada día me deja sorpresas tan bellas como
esta, que me apetecía compartir.
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