Son
ya cuatro meses los que me han separado de ese lugar tan maravilloso, cuatro
meses los que han hecho que despierte en mi un sentimiento de nostalgia que es
difícil ignorar. Y es precisamente ahora cuando me doy cuenta de lo que hecho
de menos Roma.
Esta
mañana, mientras despertaba y me sumergía en los mundos de Internet, buscando
información para trabajos varios, y mientras desconectaba un poco del mundo que
me rodea, encontraba una imagen, una fotografía que me ha hecho pensar en otro
lugar distinto del que estaba. Una fotografía que personalmente me ha
trasladado a los primeros días de julio de este año, con la compañía de
Melania, en una de nuestras interminables caminatas por nuestro segundo hogar.
Seguramente
para muchos de vosotros la fotografía no tiene mayor interés que el de ser un
llamador de una puerta, muy elaborado, pero nada más. Para nosotros sí es algo
más. Con esa foto abrimos nuestro primer post en este blog, fue una de las
primeras fotografías (de cientos), uno de los primeros sitios que llamaron
nuestra atención.
Y
es que esto de estudiar Historia del Arte y tener ya perfeccionada nuestra
memoria fotográfica, sirve de algo más que para aprobar exámenes. Y que Roma
sea siempre un tema recurrente en la mayoría de asignaturas, pues también ayuda
a que nos acordemos, por hache o por be, de todo lo que vimos en Roma. Ya sea
en las noticias con alguna imagen del Vaticano, o con la crecida del Tevere a su
paso por la Isola Tiberina, por la cantidad de gente que se hace fotografías
delante del Colosseo para subirlas a su red social, o por cosas como ésta. Una
simple fotografía de un llamador en la Via XX Settembre.